Presupuesto familiar

¿Por qué y para qué hacer un presupuesto?

El presupuesto es la herramienta para planificar tu día a día y el futuro.

Saber cuáles son tus ingresos y gastos mensuales te permitirá realizar una planificación financiera para que el dinero rinda más.

Al hacer un presupuesto y monitorearlo día a día te servirá para:

  • saber en qué usás el dinero;
  • priorizar tus gastos y adecuarlos al ingreso;
  • reducir o eliminar tus deudas;
  • destinar cierta parte de tu ingreso para el ahorro;
  • crear un fondo para emergencias;
  • planificar tus metas a largo plazo;
  • llevar un control y seguimiento de gastos, evitando las desviaciones.

No necesitás más que un cuaderno o una planilla electrónica para hacer tu presupuesto y utilizarlo en todo momento para hacer revisiones y registros de los ingresos y gastos del día a día.

Al realizar un presupuesto aparecen tres conceptos básicos: los ingresos, los gastos y el monto destinado al ahorro.

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¿Cómo hacer un presupuesto paso a paso?

Determinar en forma detallada, los ingresos, los gastos y el ahorro

Todos los ingresos y gastos deben corresponder al mismo período de tiempo. Es decir, si tenés ingresos y gastos mensuales, los gastos que solo se producen una vez al año tendrás que dividirlos entre los 12 meses.

Ingresos

Deberás detallar los ingresos con los que contás. Los mensuales pueden ser por sueldos, pensiones, jubilaciones, alquileres, trabajos independientes, honorarios, intereses de inversiones, etc. En caso de que los ingresos no sean mensuales y se reciban en determinados meses (por ejemplo, los intereses de un plazo fijo), se consideran ingresos variables y se aconseja sumarlos y dividirlos entre 12 a afectos de asignar una parte de ellos a cada mes.

Gastos

Los gastos son todas las salidas de dinero que se concretan. Al elaborar un presupuesto deberás tener en cuenta todos los gastos, sean estos grandes o chicos. Estos gastos irán desde el alquiler o la cuota del préstamo de vivienda hasta la propina que se da por un servicio.

Identificá y apuntá todos los gastos, por pequeños que sean. Considerá los gastos que tenés todos los meses: algunos cuyo importe no varía, como el alquiler, la cuota del préstamo de vivienda; otros, como la cuenta de luz, agua, teléfono, transporte, comida, cuyo monto puede variar mes a mes, y también los gastos extraordinarios como, por ejemplo, cumpleaños, rotura de un electrodoméstico, medicamentos, etc.

Una vez obtenidos los datos de ingresos y egresos, podrás pasar al siguiente paso.

Ahorro

Una buena medida es asignar un porcentaje del ingreso mensual al ahorro, por ejemplo, el 10% del sueldo. Podrás destinarlo en un futuro a gastos imprevistos como la rotura de un electrodoméstico, la compra de una casa o, simplemente, para mejorar tu vida luego de la jubilación.

La mejor forma de lograrlo es que incorpores ese 10% a los gastos fijos obligatorios del presupuesto. Esto es, asumí la obligación de retener una cantidad fija cada mes antes de presupuestar otros conceptos variables. Lo importante es que incorpores el hábito del ahorro y, a principios de mes, antes de gastar el dinero en otras cosas, apartes una cantidad para este destino.

Si después de realizar todos los recortes posibles, el presupuesto no te permite ahorrar ese 10% de tu sueldo, destiná un porcentaje menor, pero no dejes de ahorrar.

Ajustar las desviaciones

Si gastás más dinero del que ingresa es muy peligroso para tu bienestar financiero; por lo tanto, si estás en esa situación, es recomendable que aumentes tus ingresos o bajes tus gastos y te adecúes a tus ingresos.

Si bien aumentar los ingresos es una posibilidad, muchas veces es difícil de concretar y a veces no depende de la persona. En cambio, reducir algunos gastos sí depende de nuestra voluntad.

 

¿Cómo reducir tus gastos?

No es nada sencillo de realizar, ya que siempre es más fácil pensar en nuevos gastos que en recortes. Lo importante es que tengas claro cuáles son los gastos que no podés evitar y cuáles sí podés eliminar o reducir.

Los gastos pueden dividirse en:

  • Gastos fijos - Son previsibles y relativamente constantes en el presupuesto. Algunos pueden modificarse con la conducta o uso de la familia (tarifa de UTE, Antel, etc.), llamados “modificables” y otros son no modificables (alquiler, contribución inmobiliaria, cuota de un préstamo, etc.).
  • Gastos variables - Varían de un período a otro y en general se pueden reducir voluntariamente. Algunos se presentan todos los meses en el presupuesto, como los de alimentación, transporte, vestimenta y salidas recreativas, y otros son extraordinarios, como la reparación de un electrodoméstico o el festejo de un cumpleaños.

Analizá tus gastos diarios y pensá cuáles podés reducir. Cuando hay que recortar, normalmente es más fácil empezar con los gastos variables.

Ante todo, hay que concientizar la necesidad de priorizar gastos y posponer o eliminar algunos. Priorizar necesidades también te puede ayudar a alcanzar el bienestar financiero a largo plazo.

Este cuadro te servirá para ordenarte, analizar y priorizar tus gastos, y así determinar qué tipo de gasto podrías o querrías ajustar. Hay gastos que son obligatorios, que pueden ser a su vez fijos —modificables o no— o variables. Hay otros que, sin ser obligatorios, son necesarios, y otros, secundarios. Evidentemente, los gastos secundarios, ya sean variables o fijos, son los más sencillos de ajustar.

Imprevistos

Aunque tengas un listado detallado de gastos, hay muchas variables que escapan a los cálculos. Accidentes, divorcios, pérdida de trabajo, rotura de electrodomésticos y gastos médicos son algunos de los posibles problemas no planificados.

Si no contás con un fondo de dinero para imprevistos, lo normal es que tengas que recurrir a opciones más costosas como, por ejemplo:

  • Pedir un préstamo o agregar los costos en una tarjeta de crédito. Endeudarte en tiempos difíciles aumentará los gastos fijos a través de los intereses cuando es menos conveniente. Es la mejor forma de caer en la trampa de un endeudamiento cada vez mayor.
  • Deshacerte anticipadamente de inversiones a más largo plazo, (acciones o bonos): si necesitás el dinero, no es posible evaluar si en ese momento el mercado es favorable o no, lo que puede implicar hasta una pérdida. Lo mismo sucede, si tenés que vender rápidamente otro bien que poseas (casa o auto).

Fondo de Emergencia

Si bien no se pueden evitar los imponderables, tener un fondo de emergencia te aliviará la situación al poder enfrentar económicamente tales inconvenientes.

Las personas expertas aconsejan acumular un fondo de emergencia no inferior a tres meses de gastos normales, es decir, lo suficiente para pagar la hipoteca o el alquiler, las cuotas de los demás préstamos, comida, electricidad, seguros, colegios, etc., durante ese período. Es conveniente revisar continuamente para confirmar que, en caso de una urgencia, el monto de ese fondo alcance.

El fondo de emergencia tiene que estar disponible para que puedas utilizarlo enseguida, ya que los imprevistos, por definición, ocurren sin avisar. Por tanto, conviene que lo mantengas separado de la cuenta que utilizás para el funcionamiento mensual, porque la idea es no tocarlo excepto para verdaderas emergencias. A tales efectos, ese dinero tiene que contar con las siguientes características: liquidez, seguridad y, en menor medida, rentabilidad.

  • Liquidez - significa que el dinero destinado a este fondo debe estar disponible cuando lo necesites.
  • Seguridad - tiene que estar colocado no solamente donde lo puedas retirar enseguida, sino en productos sin mayor riesgo que garanticen la preservación del capital.
  • Rentabilidad - si bien no es el objetivo de este fondo, podés evaluar que dé alguna rentabilidad, por pequeña que sea.

A modo de ejemplo, entre otras opciones, es posible utilizar una cuenta de depósitos, que puede ser caja de ahorro u otra. También, actualmente se ofrecen alternativas de inversiones líquidas por montos muy chicos, tales como algunos fondos de inversión y participaciones en letras de regulación monetaria, a los que es posible acceder con facilidad a través de distintos agentes como las redes de cobranza, bancos, corredores, etc.

Síntomas de endeudamiento en exceso

 

 

Con independencia del porcentaje que tus deudas representen en tus ingresos, los siguientes síntomas pueden indicar un exceso de endeudamiento:

  • No sabés exactamente cuánto dinero debés.
  • No podés ahorrar el 10% de tus ingresos mensuales debido a los pagos de deudas.
  • Tenés como costumbre pagar solo la cuota mínima mensual de la tarjeta de crédito.
  • Pediste un préstamo para pagar otro.
  • Tuviste que pedir un aval a una persona de la familia para poder obtener crédito.
  • No tenés un fondo de emergencia para imprevistos.
  • Recibiste notificaciones del banco u otras empresas financieras por atrasos en los pagos.

Recomendaciones

 

 

Recomendaciones

  • Regla de oro: gastá menos de lo que ingresa.
  • Destiná una parte de tus ingresos al ahorro a principio de mes.
  • Ajustá tu presupuesto: casi siempre hay margen para recortar algunos gastos.
  • Planificá: establecé objetivos concretos y hacé un plan de ahorro para lograrlos.
  • Revisá el plan cada cierto tiempo.
  • Creá un fondo de emergencia para cubrir posibles imprevistos.
  • Controlá tus deudas. Los préstamos tienen costos. Es necesario pensar bien antes de pedir un préstamo: por baja que parezca la cuota mensual, la suma de pequeños desembolsos puede perjudicar seriamente la economía de tu hogar.